La nube, un sitio cada vez más de moda y no se trata de un destino turístico. El cloud computing crece cada año y no son pocos los gurús que vaticinan que el futuro es este. Por eso, cada vez son más las empresas que eligen soluciones de Saas (software como servicio) para sus procesos de trabajo. ¿Qué hay que tener en cuenta antes de decidir si nos interesa una solución de este tipo?
- Definir las necesidades de negocio: ¿Qué problema se está tratando? Es interesante valorar si es realmente necesario un servicio de Saas antes de implementarlo simplemente porque sea una tendencia o porque sea lo que (según parece) vaya a triunfar en el futuro.
- Identificar los requerimientos del proceso: Cómo se va a afrontar el problema, buscar la aplicación más adecuada para hacer frente a las necesidades antes definidas. La nube puede aportar unos flujos de información más fluidos y ágiles, pero mal utilizada puede suponer el desperdicio de recursos.
- Determinar los plazos: Es habitual pensar que trabajando en la nube se van a acelerar necesariamente los plazos, y se da por hecho a la hora de planificar. Y esto suele hacer que las primeras previsiones sean demasiado optimistas haciendo que los plazos se incumplan. Esto puede llevar a ralentizar el resto de los procesos, por lo que el avance que supone el trabajo en la nube puede perderse.
- Establecer factores de éxito: Esto es determinar qué se pretende mejorar así como una serie de KPI’s que permitan valorar si realmente la mejora es real. Es necesario que estas metas sean realistas y las métricas cuantificables.
- Ser especialmente cuidadoso con la seguridad: Es necesario tener en cuenta que el uso en la nube, a pesar de que los sistemas de seguridad mejoran a pasos agigantados, hace que los datos sean más vulnerables. Los permisos de cada uno de los miembros de los procesos de información son fundamentales para evitar problemas, al igual que con modelos anteriores pero con las peculiaridades que la nube supone.