El asunto de los impuestos es algo que usualmente genera controversia y más cuando ciertos productos tienen, como es el caso de la Unión Europea, reducciones al tratarse de productos que los gobiernos consideran que, bien por ser de primera necesidad o bien por aportar a la sociedad deben promocionarse haciéndolos más accesibles, como es el caso de los libros.
Pero el problema surge cuando, un mismo producto –un libro– tiene una tributación diferente si se compra en formato papel (donde disfruta de IVA reducido) o si se compra en formato ebook (donde se aplica el tipo de IVA normal). De hecho Francia y Luxemburgo, sin el consenso de la Unión Europea han comenzado a aplicar a los libros en formato electrónico un tipo de IVA reducido, algo que va en contra de la legislación europea por lo que la Comisión Europea ha abierto un procedimiento.
A pesar de esto, conscientes del problema que supone desde Bruselas se está trabajando para poder presentar alguna iniciativa antes de que acabe 2013 que permita que el IVA de los libros sea el mismo independientemente del formato en el que se distribuyan, si bien, por el momento y hasta que no se modifique la ley, medidas como las adoptadas por Francia y Luxemburgo se salen de la legalidad de la Unión.
El problema aquí surge, no porque el producto tenga un tipo impositivo menor, sino porque genera desigualdad en el mercado común. Por tanto, y puesto que el comercio electrónico es una de las prioridades de la Unión Europea, es necesario que cambien la norma cuanto antes para que adaptarse a los tiempos no se convierta en una desventaja competitiva.